Perdición. Película de cine negro del año 1944, Dirigida por Billy Wilder, Interpretada por Fred MacMurray, Barbara Stanwyck, Edward G. Robinson.

Perdición. Película de cine negro del año 1944, Dirigida por Billy Wilder, Interpretada por Fred MacMurray, Barbara Stanwyck, Edward G. Robinson.

En la secuencia de apertura, durante la cual se muestran los títulos de crédito aparece la silueta de un hombre, vestido con abrigo y sombrero, que avanza caminando con unas muletas en dirección a la cámara, hasta cubrir toda la pantalla (como se ha señalado, esta silueta puede ser tanto la de la víctima del asesinato, el señor Dietrichson, como la de su asesino, Walter Neff). Hay un fundido encadenado y se muestra una oscura y lluviosa calle de Los Ángeles, de madrugada. Un automóvil (un Dodge de 1938) se salta un semáforo en rojo y está a punto de chocar con una camioneta de reparto del periódico Los Angeles Times. El coche se detiene finalmente frente a un edificio de oficinas, y de él sale, moviéndose con cierta dificultad, el vendedor de seguros Walter Neff (Fred MacMurray). Neff llama y le abre el vigilante nocturno y ascensorista del edificio. Mientras suben en el ascensor, conversan de temas banales: posiblemente, sin embargo, al vigilante le sorprende el aspecto de Neff, ya que es seguramente él quien avisa luego a Keyes.

Llegan al piso duodécimo, sede de la compañía de seguros Pacific All-Risk Insurance Company, en la que trabaja Neff. Éste entra en su despacho. Con esfuerzo (después se sabrá que se encuentra herido de gravedad), se sienta en su mesa, enciende un cigarrillo y coloca un cilindro en su dictáfono, en el que comienza a grabar un memorándum interno dirigido a su compañero de trabajo, Barton Keyes (Edward G. Robinson), y fechado en Los Ángeles el 16 de julio de 1938. Neff confiesa ser el asesino de Dietrichson, supuestamente muerto en un accidente, y haber estafado a su propia compañía. Y explica por qué lo hizo: «Lo maté por dinero y por una mujer. Ni conseguí el dinero, ni la mujer. Estupendo, ¿verdad?»

La narración de Neff inicia el flashback, que retrotrae al espectador al pasado mes de mayo, cuando Neff, de paso por Glendale, visitó la casa de la familia Dietrichson en Glendale para conseguir que el señor Dietrichson renovase el seguro de sus dos automóviles. Dietrichson no está, pero Neff encuentra en casa a su mujer, Phyllis Dietrichson (Barbara Stanwyck), que aparece en lo alto de una escalera cubierta sola con una toalla. Neff se siente atraído por la señora Dietrichson. Ella le dice que espere mientras va a vestirse. Poco después, baja la escalera (se muestra lo que sería el punto de vista de Neff: un primer plano de las piernas de Phyllis Dietrichson bajando la escalera, en que puede verse la pulsera que lleva en el tobillo izquierdo). Neff y Dietrichson hablan de los seguros de los automóviles del marido de ella. En su conversación hay una referencia a la película Historias de Filadelfia.  Phyllis le pregunta si se dedica también a otro tipo de seguros, como los de accidentes. Durante toda su conversación, se hace evidente que entre ambos existe una mutua atracción. Él flirtea con ella, que tiene una actitud ambigua ante los avances del agente de seguros. Finalmente, deciden que Neff volverá al día siguiente, a las ocho y media de la tarde, para hablar con el señor Dietrichson. La voz en off de Neff evoca el olor a madreselva del perfume de Phyllis, preguntándose: «¿Cómo podía yo saber que el crimen huele a veces como la madreselva?».7

Cuando Neff regresa a la compañía de seguros, le comunican que Barton Keyes (Edward G. Robinson) desea verle. Keyes es el encargado de investigar las reclamaciones a la compañía, y tiene una especie de sexto sentido («un hombrecito dentro»), que hace casi imposible engañarle. Cuando Neff llega a su oficina, Keyes está desenmascarando un intento de estafa por parte del camionero Sam Garlopis (Fortunio Bonanova), que ha prendido fuego a su camión para cobrar el seguro. Después de que Garlopis renuncie a su reclamación y salga del despacho de Keyes, éste y Neff tienen en una conversación en que se pone de relieve el aprecio que sienten el uno por el otro, así como la enfermiza obsesión por el trabajo de Keyes.

Neff va luego a su despacho, donde le espera un recado de Phyllis Dietrichson indicándole que no vaya a su casa al día siguiente, como habían quedado, sino el jueves a las tres y media de la tarde. Aunque Neff está muy ocupado ese día, aplaza todas sus obligaciones para ir a casa de Phyllis.

En la escena siguiente aparece Phyllis bajando de nuevo la escalera de su casa para ir a abrir la puerta a Neff. Phyllis está sola en casa: su marido no está y es el día libre de la criada. Él coquetea de nuevo con ella, pero se marcha indignado de la casa cuando ella le sugiere la posibilidad de hacerle a su marido un seguro de accidentes sin que él lo sepa, ya que se da cuenta de que trama un asesinato. Desde allí, Neff va a tomar una cerveza y a la bolera. Cuando está de regreso en su piso se da cuenta de que no puede liberarse de la atracción que siente por Phyllis. Tocan al timbre. Es ella. Tras una breve conversación, Neff y Dietrichson se besan apasionadamente. Estos finalmente quedan en matar al Sr. Dietrichson cuando este vaya de viaje en tren, ya que Phyllis le insistió en que vaya en tren, hacia su preparatoria. En la noche en la que Neff va a cobrarle a Sr. Dietrichson, este conoce a Lola Dietrichson, la hija de Dietrichson y de su primera esposa, y le hace firmar al padre de este una póliza del seguro contra accidentes. Lola quería salir con su novio Nino Zachetti y para ello le dice a su padre que irá a patinar junto a una amiga de nombre Amy. Luego Neff se encuentra con la Srta. Dietrichson y este la lleva hacia el lugar en donde esperaba a Zachetti. En el trayecto, Lola le cuenta a Walter Neff como es su trato en casa: esta se siente una extraña y que nadie le hace caso. Al llegar al lugar en donde esta Nino, este se pone medio enojado pensando que el que llevaba a Lola era otro supuesto novio.

Empresas que patrocinan la Cultura del Seguro